«En el afán de ‘pegarla’ se puede abandonar la originalidad y esencia»

En diálogo con Mil Espejos, título que lleva la banda y una de sus canciones. Un equipo de jóvenes músicos berazateguenses. De tinte teatral, que buscan trascender tiempo y lugar y conmover al público con su arte. Alejandro Spadea en voz y guitarra, Luis Lucero en teclados y armónica, Miguel Ángel Robledo en bajo y coros, Alejandro Paz en batería y Mauricio Herrera en guitarra y coros.

La pregunta obligada es ¿Por qué “Mil Espejos”?
Luis: El nombre terminó surgiendo de pronto, de la frase de una canción. También se llama así una de nuestras canciones. El motivo fue un desgaste de nombres para la banda que ya estaban todos ocupados.

Mauricio: Estábamos buscando nombres afuera cuando había uno adentro.

¿Y de qué se trata esa canción?
Alejandro S.: Habla de una chica que tiene la profesión más antigua del mundo y de su cabeza, de la soledad que siente.

Luis: Sobre la parte más humana de esta persona que es tomada como objeto por su trabajo. La idea es mostrar que siente, que sufre y le pasan cosas.

¿De dónde surgió la idea?
Alejandro S.: A veces una melodía te lleva a algo. Así me pasó. Con frases sueltas y tarareando se fue armando la canción.

¿Qué melodía encontraron en este tema? ¿Qué estilo?
Mauricio:Es una balada rockera.

Miguel: Cuando llegué ya estaba cocinada, pero te transmite eso. Por cómo está armada y los instrumentos, te va llevando y después, como que cierra toda la historia. Igualmente, cada composición tiene su laburo. En este caso funcionó eso, pero el otro día, juntándonos, salió una melodía solamente de la voz que ni siquiera tenía una composición de guitarra. Ahí es donde trabajamos en equipo y nos vamos sumando, acoplando, para ver qué nota puede ir y qué acordes.

O sea que los arreglos finales son en equipo.
Luis: Sí. La idea del trabajo es esa, siendo críticos también, eh. Siempre trabajamos con libertad. Dijimos no poner condicionantes: una cabeza que diga “se hace esta canción con esta melodía”, sino que se maneje de una manera más democrática. Cuando vino él (Alejandro Spadea) con este tema de “Mil Espejos”, yo pensé “¿Qué efecto le puedo poner?” y pusimos los violines para darle un tono más melodramático y oscuro.

Mauricio:Tratamos de representar musicalmente lo que dice la letra. Si vamos a hablar de una flor no vamos a salir con un heavy metal, por poner un ejemplo extremo.

Alejandro S.: También tenemos otro tema: “El alma y el cuerpo” que habla de mi viejo, que lo perdi. Mauricio vino con una melodía y pegó…pareciera que la hizo para eso.

Mauricio: Esa canción es la más teatral que tenemos. La batería emula los latidos de un corazón.

Luis: La música tiene que ser el puente para que llegue la idea de lo que dice la letra. Hay trabajos diametralmente opuestos al estilo de “Mil espejos”. Cada canción tiene ese trabajo de interpretación de cada uno y grupal, tratando de llevar lo mejor posible la idea al oyente o al receptor del mensaje, o de última que tenga una libre interpretación…

Mauricio: Está bien jugar con el misterio de lo que la otra persona pueda interpretar. No hay que spoilear la canción.

Luis: Cuando uno escucha un tema que te remonta a un momento de tu vida, una circunstancia determinada buena o mala…si yo vengo y te digo “no, mirá que la letra no hablaba de eso y habla de algo que nada que ver” es como pincharte el globo.

Se pierde la fantasía detrás de la música, claro ¿Dónde están las influencias para estos temas?
Mauricio: Es lo que esté escuchando en ese momento. Desde un jazz a un heavy metal o Luis Miguel de por medio. También me gusta buscar música nueva, Babasónicos y Megadeth. De Babasónicos me gusta la evolución a lo largo de los años y de Megadeth ese tipo de heavy metal, con las guitarras, los fuegos y demás. Hay cosas que me llaman mucho la atención y lo que a ellos les gusta, a mí no. Somos personas con gustos diferentes pero podemos convivir.

Luis: Te puedo escuchar Babasónicos, música disco de los ‘70 o sonidos electrónicos. En esta banda me puedo apoyar en baladas de heavy metal, piano u órgano de iglesia, según lo que esté buscando en el momento. Me motiva explorar distintos tipos de música. Por decirlo así, estás obligado a tener que escuchar un poco de blues o de reggae, de jazz, porque de todo podes sacar algo donde sintonizarlo con el tema que querés hacer. No puedo meter en todas las canciones una base de blues porque queda horrible.

¿Se van sacando prejuicios a medida que van desarrollando su música?
Miguel: Yo particularmente no tengo prejuicios. Puedo escuchar lo que sea y si me llega, me llega. Escucho rock nacional pero hoy en día y desde el año pasado vengo escuchando mucho Abel Pintos.  Me gusta cómo transmite con la voz. Puede estar diciendo cualquier cosa pero tiene una técnica, o no, debe ser algo innato…

Alejandro: Yo me crié escuchando los Beatles, los Rolling Stones, Valeria Lynch. En casa se escuchaba de todo. A cierta edad empecé con el rock nacional: Los Piojos y Los Redondos. Me acuerdo de haber encontrado un cassette de Soda Stereo: “Canción animal”…y me volví loco. Después “Vasos vacíos” de los Cadillacs y bueno, una cosa lleva a la otra.

Miguel: Hoy en día hasta hay bandas que tocan acá a la vuelta y tienen música muy buena.

Mauricio: Y te quitan el prejuicio de que lo de antes era mejor. Hay gente que muere en esa frase y escuchan una sola radio o miran un solo canal de televisión, entonces te vas a topar siempre con lo mismo. La búsqueda está por otro lado y te vas a encontrar cosas buenísimas, cosas malisimas…

Miguel: Y que también te enseñan.

En el grupo todos trabajan y/o estudian. Hasta hay futuros Ingenieros…¿Se ven trabajando de la música algún día?

Luis: En mi caso no busco ‘pegarla’ y salvarme económicamente. Basta que alguno lo escuche, que diga “me sentí identificado, me movió algo”. Yo veo ‘pegarla’ en el sentido de que el trabajo se haga un poco más conocido, que tenga alcance para la gente.

Miguel: A veces fantaseo con eso un poco. Que de repente te hacés conocido, salen lugares donde te pagan, y decís “ey, capaz que me puedo bancar económicamente”, tener unos mangos como para invertir en algo relacionado con la música y en otro momento pensar “¿Qué hago? ¿Sigo en mi laburo o me dedico de lleno a la música?”

Mauricio: Son consecuencias. Para mí ya tener un demo es un sueño. Nunca pensé integrar un grupo en el cual iba a haber registro de lo que hacíamos y nos podíamos morir mañana pero eso va a estar ahí: lo que hicimos. Eso es el logro. Después, todo lo que viene es consecuencia. Cada paso que damos es estar corriendo un poquito el techo. Si entra la plata en algún momento, es para hacer girar la rueda, para conseguir un instrumento mejor…

Alejandro S.: Capaz que en el afán de “hay que pegarla” se abandona eso de…originalidad, esa esencia.

Luis: Lo ideal sería ‘pegarla’ pero sin perder la independencia, sin dejar de ser nosotros. Yo ya no sé qué valor le daría si es ir para donde nos dicen. Prefiero quedarme antes pero que sea auténtico. ¡Ojo! La banda también te quita horas: horas-familia, horas-hijo, algún cumpleaños. Te quita tiempo para la parte afectiva. Queremos agradecer a esas personas que son las damnificadas de esa quita.

Por último, ¿qué entiende cada uno con decir “mil espejos”?
Miguel: Estamos hablando de mil reflejos, que entre todos nos podemos reflejar porque tenemos empatía, sufrimos las mismas cosas: amores, desamores, pérdidas…

Mauricio: Entiendo el reflejo en verse plasmado en el otro. Acá somos todas personas del mismo rango etario: nos criamos jugando a la bolita, pateando la pelota y entonces nos sentimos reflejados todos. A su vez que gente que escuche nuestras canciones se sienta reflejado.

Luis: En un sentido más literal. Cuando vos rompés un espejo, todos los fragmentos que quedan reflejan un mismo objeto, pero tenés distintas visiones y cada uno refleja una parte distinta.

Alejandro S.: En realidad lo que sugiere la canción era los mil espejos del techo de un albergue transitorio…