Un «gigante» de Córdoba, parte de la historia nazi en Argentina

Eden Hotel -así, sin tilde- todavía conserva en sus paredes una mítica y misteriosa energía que lo hace seguir estando vivo, tanto para los vecinos faldenses como para los miles de turistas que eligen visitarlo. Y es que la megaestancia cordobesa que supo ser de vanguardia, y que hoy funciona como museo, salón de fiestas y sede de una universidad privada, tiene mucho para contar.

Todo empieza en 1895, cuando un oficial del ejército alemán, Roberto Bahlcke, recorre a las sierras cordobesas y se le ocurre hacer un hotel. Las condiciones estaban dadas: sol, poca humedad, paisajes vistosos y tranquilos. Dos años después se apropia de 900 hectáreas de la Estancia La Falda de la Higuera, que contaba con dos estaciones de ferrocarril cercanas. El alemán formó una sociedad con el banquero y fundador de su propia «comarca», Ernesto Tornquist; el «próspero» comerciante Juan Kurth; el hotelero Roberto Bahlcke y su esposa, María Herbert de Kraeutner, entre otros.

Con menos de la mitad de la megaestancia terminada -y hecha con materiales traídos de Europa-, se abrieron las puertas. El 26 de diciembre de 1898 se estrenó la primera página del álbum de pasajeros del Eden Hotel, quedando inaugurada su primera «temporada turística». Orientado a familias de mucha posibilidad económica, supo recibir a los Martínez de Hoz, Tornquist, Bianchi, Roca, Bunge, Anchorena, Blaquier y Peralta Ramos.

Eden se proyectó y se concretó como un lugar de vanguardia. Situado en una zona prácticamente inexplorada y pacífica, con condiciones climáticas óptimas para gozar de buena salud -lo que equivalía ahuir de la tuberculosis-, tenía huertas propias, un criadero de animales, una fábrica de embutidos y hasta una planta generadora de electricidad.

Pero lo bueno duró poco y las proyecciones de éxito se derrumbaron. En 1905, los accionistas disuelven la sociedad unánimemente. A pesar de la difícil situación económica y con hipotecas demoradas, María Herbert de Krautner decide hacerse cargo y logra dejar sin deudas a su querido establecimiento, pasando a ser la única dueña para 1911.

Un año más tarde, María decide volver a su Alemania natal y la propiedad pasa a ser de dos hermanos, Walter y Bruno Eichhorn -y aquí empieza la tan conocida relación con el nazismo-. Las ganancias del Eden no alcanzaban para soportar deudas y gastos, por lo que se les ocurrió lotear la estancia. El 12 de septiembre de 1914 se escrituró el primer terreno vendido al señor Emilio Werner, quien sería el primer «ciudadano» de lo que hoy conocemos como La Falda.

A partir de esta época, el hotel comienza a vivir sus «años dorados». El turismo y la venta de lotes funcionaban y crecían rápidamente. En los ’30, el crecimiento y demanda de comodidades es tal que Eden pasa a tener chalets anexos, una cancha de golf, teatrino, pista de patinaje, salón de fiestas, pileta de natación y se suman habitaciones. A través de los años, el Eden supo recibir referentes como Rubén Darío, Albert Einstein, Berta Singerman, Hugo del Carril, Zuli Moreno, el Príncipe de Gales, el Duque de Saboya y los presidentes Julio Argentino Roca y José Figueroa Alcorta.

Con el pasar del tiempo y el desarrollo científico, la tuberculosis se considera una enfermedad ambulatoria, aparecen los sindicatos que ofrecen colonias turísticas, mientras que los miembros de la alta sociedad eligen otros destinos vacacionales fuera del país. Cambia el panorama social, desfavoreciendo al establecimiento, por lo que Los Eichhorn deciden, luego de 35 años en su patrimonio, vender el hotel, que pasa de manos hasta que se cumple su última temporada en 1965.

Durante los años setenta y ochenta el edificio fue condenado al abandono y deterioro, sufriendo continuos saqueos y destrozos. En 1988, se lo declara Monumento Histórico Municipal y un año más tarde de Interés provincial. La deuda de impuestos municipales lo llevaron a remate público en 1998y finalmente, en 2006 una iniciativa privada local licita el edificio, que funciona como museo histórico con visitas guiadas, un salón de fiestas y espacio de espectáculos, y sede de una universidad privada cordobesa.

El FBI, la amistad con nazis y visita de Hitler

En 1995, el Federal Boureau of Investigations desclasificó documentos sobre Walter Eichhorn, que prueban que él y su esposa, Ida, tenían un vínculo estrecho con el nacional socialismo, y más aún, con el mismo Hitler. Los Eichorn, desde el ’20, realizaron importantes contribuciones económicas al movimiento nazi.

Una correspondencia, del 30 de abril de 1928, dice: «Querido señor Eichhorn: muchísimas gracias por la carta enviada por usted y su querida esposa, junto con el preparado de ozono que probaré de inmediato. Me alegro de que participen de los sucesos del movimiento, y espero que el éxito final sea representativo de los obtenidos hasta ahora. Cariñosos saludos, Adolf Hitler».

Cuando la pareja festejó su bodas de plata recibió un regalo que el propio embajador de Alemania acercó al hotel: un retrato del «führer» con marco de plata, y la dedicatoria: “Señor y Señora Eichhorn, a mis queridos camaradas de lucha en los tiempos difíciles para sus Bodas de Plata, cariñosas felicitaciones. Adolf Hitler”.

El documental de Cuini Amelio Ortiz, hecho para la TV alemana, mostró una carta de 13 del febrero de 1933: «Querido señor (Walter) Eichhorn: gracias por sus felicitaciones por mi elección como canciller. En este momento histórico, aprovecho para agradecerles su actuación en todos estos años en el movimiento. Los viejos amigos son los responsables como yo de esta victoria. Con saludo alemán, Adolf Hitler». Y más tarde: «Querido señor Eichhorn y querida señora: me permito otra vez en este momento agradecerles por la ayuda financiera que otorgan, y que me quita y alivia una parte importante de mis preocupaciones». 

También, una ex empleada de Eden, Catalina Damero, aseguraba haberle llevado al susodicho la comida a una habitación reservada. Esto alimenta la leyenda de que Hitler se habría escapado una semana antes de la caída del «reich» y no moriría en su bunker. Finalmente, el historiador Ronald Newton destacó en su libro «El cuarto lado del triángulo» que «El Eden era el centro de reunión de muchas de las organizaciones nazis de Córdoba«.